Una llave invisible
puso cerrojo a mi boca
Mi pecho parecía estallar
mi voz se quebró en pedazos
y ni una palabra podía pronunciar.
Un fuego quemó mis ojos
Un ardor imposible de explicar
un aluvión de llantos inundó mis sentidos
como el de un niño dolido
cuyo globo hechó a volar.
Esa noche tan terrible
descepcioné al poeta
sé que uno no debe llorar
pero esa noche comprendí
que te perdía y no te tendría nunca más.